
Declara un millón de dólares en propiedades, pero asegura que “somos cada día más pobres”
Una excepcional habilidad para los negocios lo ha hecho millonario durante el brevísimo tiempo en que no vivió de un sueldo del Estado, según su declaración jurada. Al igual que el Ministro Carlos Caserio, sus patrimonios personales crecieron mientras creció la pobreza en la sociedad que gobiernan.
“Llámese inflación, reacomodamiento de precios, incremento de precios relativos, estacionalidad, consecuencia de la sequía o porque llovió, lo cierto es que somos cada día más pobres”.
Así lo expresó textual Mario Decara, el Defensor del Pueblo de la Provincia, en una columna suya publicada en La Voz del Interior, el matutino que intenta anestesiarnos cada mañana para que no sepamos qué es lo que ocurre en Córdoba, haciéndonos más miopes, ignorantes y socialmente retrasados.
La Voz se encargó del título de la nota editorial de Súper Mario. Bajo la volanta “El drama social”, titula: “La inflación y la pobreza generan exclusión”. Un visionario este Decara, que posa con rostro compungido en la foto del diario porque el salario mínimo de $ 1.500 apenas cubre la canasta básica y eso deja a “muchas familias cordobesas por debajo de la línea de la pobreza”. Pero como buen Defensor del Pueblo, Decara combate el flagelo social a brazo partido, empezando por el principio: su sueldo era en octubre de 2008 de $ 9.930 (más de seis veces que el de un pobre asalariado). Y los sueldos del batallón de empleados y asesores de la Defensoría, arribados en su mayoría de la mano de Súper Mario, rondan los $ 6.000 por cabeza.
Veinte y cinco años trabajando en la política
Desde 1983 a la fecha, Súper Mario ha gozado el privilegio de contar durante veinte años de un sueldito del Estado. Dos veces intendente de Huerta Grande, senador provincial, diputado provincial, unos cinco años de descanso en la función pública, y luego Defensor del Pueblo.
Su meteórica carrera política se inició siendo electo por el voto ciudadano. Podría afirmarse que hasta su elección como senador, en 1991, Decara buscó y gozó del reconocimiento popular, exponiéndose abiertamente ante el electorado. Pero luego de Senador fue electo Diputado, yendo en la lista sábana del Partido, y sin más necesidad de exponerse públicamente. Así, a partir de 1995, Súper Mario se refugió ciento por ciento en la operación política y el tráfico de influencias. Prefirió poner candidatos, hombres y mujeres en lugares con expectativas de poder en intendencias, concejos deliberantes y la Legislatura de Córdoba, pero sin aparecer más que como una sombra detrás del poder que construía. También impulsó al estudio Piñeiro y Asociados en la procuración de decenas de municipios.
Luego apareció en la lista de candidatos a diputados nacionales, y sin hablar ni con sus vecinos esperó el resultado trabajando en las sombras. No se le dio.
Finalmente, cosechando ahora sí los frutos de su trabajo empecinado en la política, logró que una ajustada y cuestionada mayoría de legisladores provinciales lo eligiera, Carlos Caserio mediante, como Defensor del Pueblo. Y fue cuando se expuso por primera vez en casi quince años ante la opinión pública, que lo recibió con una tormenta que volvió a afectar su imagen pública, de por sí gastada entre quienes lo conocen más de cerca, en el centro de Punilla.
Si tenemos en cuenta que ingresó a la función pública con menos de treinta años de edad, y que por más de veinte años vivió de un sueldo público en estos 26 años de democracia continuados, llegaremos a la conclusión de que es un récord la fortuna personal que ha amasado en tan poco tiempo de actividad comercial privada, considerando que, como se supone, no puede una persona hacerse millonario con los sueldos del Estado, por muy buenos en términos relativos que estos fuesen.
Súper Mario declara un millón de dólares en propiedades, más un par de autos que suman $ 144.000, más u$s 54.211 en depósitos bancarios en moneda extranjera, y $ 17.840 en depósitos en moneda nacional, todo de él y su cónyuge, según la Declaración Jurada Patrimonial presentada el 07 de octubre de 2008, la última que puede rastrearse en Internet.
La pobreza social y la riqueza de los dirigentes
“El pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes”, subraya uno de los fundamentos dogmáticos de nuestro sistema de representación político. Por analogía, y en términos generales, el pueblo no se enriquece o empobrece sino a través de sus representantes, que son quienes tienen a su cargo por elección popular la administración general de recursos.
¿Cuál fue la evolución de la riqueza y la pobreza de nuestra sociedad en los últimos 25 años? A nadie le cabe duda del palpable crecimiento de la pobreza. No sólo del mayor número de pobres e indigentes, sino de la pauperización de lo que queda de la clase media. O sea que en términos sociales, somos más pobres hoy que ayer. Pero la excepción a esta regla impiadosa han sido los Decaras, los Caserios, y los Amigos del Poder que anidan bajo sus alas, quienes no paran de hacer crecer sus riquezas personales en un contexto que va en sentido contrario.
Bajo el gobierno de este tipo de representantes políticos nos empobrecimos. Y bajo su gobierno se enriquecieron, en términos relativos, de modo desmesurado.
Sus millones de dólares en propiedades son una bofetada al sentir común de los vecinos.
Y lo peor que puede pasarnos es creer que ellos, precisamente, vienen ahora a preocuparse por los pobres y los indigentes. A defendernos de los ladrones con la Policía que tienen a su cargo, y de los abusos del poder desde la Defensoría del Pueblo.