Súper Mario Decara y Carlos Caserio, un solo corazón

Un año de éxito en la jugada de Caserio - Decara
Un año después del traumático nombramiento de Decara como Defensor del Pueblo, está a la vista que el dúo fantástico que conforma con el Ministro Caserio está ganando la batalla política frente a una sociedad anestesiada ¿Será finalmente un triunfo real?

El último “Informe anual” de la Defensoría del Pueblo de Córdoba que figura y se puede consultar en la página oficial del organismo corresponde al año 2006, cuando ese cargo era ocupado por la ignota Jessica Raquel Valentín, quien fuera reemplazada por Súper Mario Decara, nombrado por parto contra natura por los amigos del Gobierno de Schiaretti, especialmente con el aval del actual ministro de Gobierno, Carlos Caserio.
También en la página oficial del organismo (www.defensorcordoba.org.ar), haciendo un clik en “Resoluciones”, sólo se puede acceder a las del año 2007, figurando allí el título pero sin posibilidad de acceso a las de 2008, y nada de 2009.
Sin el Informe Anual correspondiente al período de Súper Mario, ni las resoluciones actuales a la vista (sólo se pueden ver y consultar las del año 2000 al 2005), sólo quedan componiendo la web oficial las gacetillas de prensa de la propia entidad. Y en este sentido, cualquiera que ingrese podrá observar cómo ese sitio oficial se va transformando, poco a poco, en la propaganda de un funcionario que se empeña en hacernos creer que está luchando contra los abusos de los estamentos gubernamentales que acosan a los ciudadanos. Intereses del poder político que, paradójicamente, él representa como pocos.
Súper Mario hace política para su imagen personal. Y esta estrategia es compartida con Carlos Caserio. Ambos saben que no es vital quién de ellos se encuentre con poder político real en un momento determinado. Pero sí que alguno de los dos pueda ostentarlo, para sustentar al otro. Cuando Eduardo Angeloz y Ramón Mestre gobernaban Córdoba, Súper Mario estaba allí donde ahora Caserio. Y con José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti en el poder, bastó apenas un enroque de las piezas para que todo siga su curso natural. Lo que se dice, una sociedad perfecta orientada a nada interesante y provechoso para el resto de los mortales ciudadanos.
Así llegamos a las puertas de 2010 donde en Punilla se sabe, gobierne quien gobierne, lo mismo será.

Dos puntos para una línea
Ponerse a responder las mentiras de Súper Mario respecto a su relación con el Estudio Piñeiro y Asociados y el negocio de los remates y el caso del súper proceso al Registro de la Propiedad, o sus explicaciones luego que lo encontraron “colgado de los ganchos” de la Epec, o la discusión acerca del papelón legislativo por su nombramiento, entre otras cosas, es inútil.
A súper Mario no le entran balas. “Ustedes no se preocupen”, supo decirle a su tropa en los momentos de mayor cuestionamiento público. “Todo pasa, todo se olvida. En tres meses nadie se va a acordar y yo seguiré siendo Defensor del Pueblo”. Dicho y hecho. Su cinismo político se ancla en la realidad insolente del manejo informativo de los medios de prensa, que vienen lavando su imagen paso a paso, con La Voz del Interior a la cabeza haciendo lo que mejor ha hecho siempre, y siempre a cambio de algo muy parecido a dinero público ingresando a sus cuentas en forma de avisos. Baja el cuestionamiento periodístico a Decara, sube la pauta oficial en la que influye decisivamente Caserio.
Según la matemática, para hacer una línea se necesitan al menos dos puntos.
Un punto Súper Mario, y otro Caserio. Esa línea que han formado será la única que marcará alguna diferencia sustancial en la política que asoma con vistas a las próximas elecciones. Y ningún jefe político de ninguna ciudad o pueblito podrá hacerse el distraído. O se está del lado del dúo fantástico o se está del lado de los ciudadanos que quieren una alternativa a los manejos del poder real en los últimos 20 años. Así que todos los candidatos probables de todos los partidos en pugna deberán responder, en su camino a la pretendida representación, de qué lado de la línea están.
En las próximas elecciones, nadie podrá evitarlo.