Nunca pude ponerme de acuerdo con Mario Pereyra. Incluso me cuesta mucho escucharlo. Sus gritos, la estridencia de su estilo, las ideas conservadoras y a veces retrógradas que trasuntan sus palabras.
Recuerdo con gracia (por suerte y seguramente gracias a mi madre nunca me asiste el rencor y eso es un verdadero alivio) cuando siendo Director de la revista Informe Córdoba, y frente al escándalo mediático que generó una denuncia que le hicimos al entonces vice gobernador y candidato a Intendente de Córdoba, el inefable Germán Luís Kammerath Gordillo, quien había subvaluado ante la Afip su lujosa casa en un country por la que ni siquiera pagaba impuestos, que Mario y Miguel Clariá, con su estilo señorial y vacuo, se pusieron muy mal por los alcances mediáticos del escándalo e hicieron un gran esfuerzo por defender lo indefendible tratando que mucho no se notara su verdadera opinión. Clariá se olvidó de su mentada y falsa postura de “las dos caras de la moneda”. Nunca nos llamó para dar nuestra opinión, siendo que éramos quienes confrontábamos con Gordillo, a pesar de las decenas de minutos de aire que tuvo el oficialismo para transmitir la suya, incluyendo la descalificación de nuestro equipo periodístico y nuestro trabajo de investigación. Y fiel a su estilo, Mario se ofuscó y en medio de su “mesa de café” acusó que todo se trataba de una revista hecha “por unos zurditos”. En fin, luego del paso letal de Kammerath por el Municipio, huelgan comentarios.
El caso es sólo un pequeño ejemplo porque, insisto, nunca pude acordar con la línea editorial, ni las actitudes empresariales de Cadena 3, quienes pueden silenciar por meses realidades evidentes que afectan a los ciudadanos y a su propia audiencia para cubrir la imagen de sus auspiciantes, no sólo los gobiernos de turno.
La misma actitud de “prácticas monopólicas” ha tenido históricamente La Voz del Interior, apretando incluso a anunciantes que deciden poner avisos en medios de la competencia cunado se sienten amenazados en su reinado, a quienes se les advierte que si eso ocurre, se cierran las páginas del diario de mayor circulación para estos osados.
La ley de medios ha nacido, cualquiera con dos dedos de frente puede advertirlo, como parte de la batalla entre Néstor Kirchner y el Grupo Clarín, hasta hace meses aliados estratégicos, socios en el silencio y las concesiones mutuas. Kirchner aprobando la fusión del cable, como la Dictadura haciéndolos dueños de Papel Prensa, colaboraron de manera decisiva en el crecimiento del gigante argentino de las comunicaciones.
La Voz del Interior pertenece a este grupo editorial.
La ley propuesta tiene en mi opinión aspectos positivos en tanto y en cuanto viene a corregir artículos incluidos en democracia, impulsados y aprobados por Carlos Menem, como el que le dio a Clarín una concesión intolerable para la diversidad de voces que debe imperar en democracia. Allí se estableció, entre otras cosas, la posibilidad de que un diario pudiera tener una radio (Mitre), y un canal de TV abierto, (Canal 12).
Y la misma ley hace silencios insoportables, como los vinculados al control de la información por cualquier medio, a la posibilidad de acceso sin restricciones a las fuentes públicas y al efectivo castigo de los funcionarios que se cagan en estas obligaciones, así como la falta de respeto a preceptos constitucionales que impiden discriminar con la pauta oficial de publicidad a los medios críticos. Se supone que el que paga el aviso es el Estado, no el gobierno de turno, porque no lo hace con dineros propios o partidarios, sino con el de todos.
Volviendo a Córdoba, esta realidad Clarín de un mismo dueño de diario, radio y TV ha hecho mucho daño a la pluralidad, donde las huestes de Carlos Jornet escriben algo en el diario, o mejor dicho dejan de escribirlo, y Jorge Cuadrado lo repite, palabras y silencios, como loro acrítico y en tono suavecito, como si fuera pavote él o quienes lo escuchan, lo que usted prefiera, tache lo que no corresponda.
Pero volviendo a Cadena 3, y al artículo de la Ley que limita la cantidad de radios para transmitir en cadena, la cosa resulta distinta. Cada radio de Cadena 3 en cada ciudad está allí sola, y debe competir con las otras cadenas. Por decisión empresarial propia, evidentemente, no han incursionado en diarios o televisión. Sin duda sus mentores aman la radio y la respuesta del público es clara. Su crecimiento se sustenta en el fenómeno mediático y la impresionante penetración de sus principales estrellas, Mario Pereyra y Rony Vargas, quienes han demostrado durante estos años ser personas de trabajo y dedicación. Toda la inmensa audiencia que tienen la han ganado de modo legítimo, amparada su expansión estructural en las normas de la democracia vigente, ganando frente a sus competidores gracias a la libre elección de los oyentes.
Por todo esto me siento un poco frente a esta ley de medios como Mostesquieu, el autor de “El espíritu de las leyes”, cuando se paró frente a un legítimo oponente en las acaloradas discusiones que parieron la Revolución Francesa, al momento en que los partidarios de sus ideas intentaron silenciarlo. “No coincido en nada con lo que dices. Pero daré mi vida para que puedas decirlo”.
Recuerdo con gracia (por suerte y seguramente gracias a mi madre nunca me asiste el rencor y eso es un verdadero alivio) cuando siendo Director de la revista Informe Córdoba, y frente al escándalo mediático que generó una denuncia que le hicimos al entonces vice gobernador y candidato a Intendente de Córdoba, el inefable Germán Luís Kammerath Gordillo, quien había subvaluado ante la Afip su lujosa casa en un country por la que ni siquiera pagaba impuestos, que Mario y Miguel Clariá, con su estilo señorial y vacuo, se pusieron muy mal por los alcances mediáticos del escándalo e hicieron un gran esfuerzo por defender lo indefendible tratando que mucho no se notara su verdadera opinión. Clariá se olvidó de su mentada y falsa postura de “las dos caras de la moneda”. Nunca nos llamó para dar nuestra opinión, siendo que éramos quienes confrontábamos con Gordillo, a pesar de las decenas de minutos de aire que tuvo el oficialismo para transmitir la suya, incluyendo la descalificación de nuestro equipo periodístico y nuestro trabajo de investigación. Y fiel a su estilo, Mario se ofuscó y en medio de su “mesa de café” acusó que todo se trataba de una revista hecha “por unos zurditos”. En fin, luego del paso letal de Kammerath por el Municipio, huelgan comentarios.
El caso es sólo un pequeño ejemplo porque, insisto, nunca pude acordar con la línea editorial, ni las actitudes empresariales de Cadena 3, quienes pueden silenciar por meses realidades evidentes que afectan a los ciudadanos y a su propia audiencia para cubrir la imagen de sus auspiciantes, no sólo los gobiernos de turno.
La misma actitud de “prácticas monopólicas” ha tenido históricamente La Voz del Interior, apretando incluso a anunciantes que deciden poner avisos en medios de la competencia cunado se sienten amenazados en su reinado, a quienes se les advierte que si eso ocurre, se cierran las páginas del diario de mayor circulación para estos osados.
La ley de medios ha nacido, cualquiera con dos dedos de frente puede advertirlo, como parte de la batalla entre Néstor Kirchner y el Grupo Clarín, hasta hace meses aliados estratégicos, socios en el silencio y las concesiones mutuas. Kirchner aprobando la fusión del cable, como la Dictadura haciéndolos dueños de Papel Prensa, colaboraron de manera decisiva en el crecimiento del gigante argentino de las comunicaciones.
La Voz del Interior pertenece a este grupo editorial.
La ley propuesta tiene en mi opinión aspectos positivos en tanto y en cuanto viene a corregir artículos incluidos en democracia, impulsados y aprobados por Carlos Menem, como el que le dio a Clarín una concesión intolerable para la diversidad de voces que debe imperar en democracia. Allí se estableció, entre otras cosas, la posibilidad de que un diario pudiera tener una radio (Mitre), y un canal de TV abierto, (Canal 12).
Y la misma ley hace silencios insoportables, como los vinculados al control de la información por cualquier medio, a la posibilidad de acceso sin restricciones a las fuentes públicas y al efectivo castigo de los funcionarios que se cagan en estas obligaciones, así como la falta de respeto a preceptos constitucionales que impiden discriminar con la pauta oficial de publicidad a los medios críticos. Se supone que el que paga el aviso es el Estado, no el gobierno de turno, porque no lo hace con dineros propios o partidarios, sino con el de todos.
Volviendo a Córdoba, esta realidad Clarín de un mismo dueño de diario, radio y TV ha hecho mucho daño a la pluralidad, donde las huestes de Carlos Jornet escriben algo en el diario, o mejor dicho dejan de escribirlo, y Jorge Cuadrado lo repite, palabras y silencios, como loro acrítico y en tono suavecito, como si fuera pavote él o quienes lo escuchan, lo que usted prefiera, tache lo que no corresponda.
Pero volviendo a Cadena 3, y al artículo de la Ley que limita la cantidad de radios para transmitir en cadena, la cosa resulta distinta. Cada radio de Cadena 3 en cada ciudad está allí sola, y debe competir con las otras cadenas. Por decisión empresarial propia, evidentemente, no han incursionado en diarios o televisión. Sin duda sus mentores aman la radio y la respuesta del público es clara. Su crecimiento se sustenta en el fenómeno mediático y la impresionante penetración de sus principales estrellas, Mario Pereyra y Rony Vargas, quienes han demostrado durante estos años ser personas de trabajo y dedicación. Toda la inmensa audiencia que tienen la han ganado de modo legítimo, amparada su expansión estructural en las normas de la democracia vigente, ganando frente a sus competidores gracias a la libre elección de los oyentes.
Por todo esto me siento un poco frente a esta ley de medios como Mostesquieu, el autor de “El espíritu de las leyes”, cuando se paró frente a un legítimo oponente en las acaloradas discusiones que parieron la Revolución Francesa, al momento en que los partidarios de sus ideas intentaron silenciarlo. “No coincido en nada con lo que dices. Pero daré mi vida para que puedas decirlo”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Todos pueden opinar, mucho mejor si no se trata de un anónimo.