La educación no es un tema que le interese al Gran Pez Sestopal
No asistió a la presentación de un libro sobre la Escuela Puesto Ramallo de Pampa de Oláen. Y mientras hace un mes aseguró que no había en La Falda necesidad de construir más escuelas, la comunidad de la Escuela Técnica junta firmas pidiendo un edificio propio para contener a los alumnos.
Así habló el Gran Pez Marcos Sestopal, Intendente de La Falda aunque nada de cuanto haga o diga pareciera indicarlo, hace apenas treinta días, en conferencia de prensa: “… y en cuanto a la capacidad áulica de la ciudad, ustedes saben que hoy no hay problema porque nuestras escuelas, con el crecimiento de las escuelas en los pueblos vecinos dejaron de ser el conglomerado de las escuelas, entonces sería por ahí inútil crear una nueva escuela donde no habría currícula porque Huerta Grande, Valle Hermoso y Villa Giardino tienen sus escuelas y antes, cuando éramos todos muchísimos más chicos todos los pueblos vecinos venían a las escuelas de la Falda. Yo creo que construir por construir no tiene sentido pero si las necesidades que nos reclaman nuestros docentes se están cubriendo”.
Treinta días después de semejante informe de la realidad del pueblo esbozado por el Intendente, la comunidad educativa de la Escuela Técnica de La Falda inició un proceso de petición pública para lograr que alguna autoridad le construya un edificio.
Concretamente, circula en estos días por la ciudad una planilla para juntar firmas en adhesión a este reclamo.
“Estamos trabajando para lograr un inmueble para nuestra institución, por eso agradeceremos nos ayuden adhiriendo firmas para tal fin, será de mucha importancia a la hora de lograr más beneficios para ello”, reza un papelito abrochado a la planilla, donde se expresa: “Peticionamos ante autoridades Nacionales, Provinciales, Municipales u otra, la colaboración para lograr obtener un terreno y/o edificio propio”.
Por estos días, ya hay problemas para encontrar bancos allí. Y a pesar de lo que crea el Intendente, faltan bancos, aulas, en fin, una escuela.
“Construir por construir no tiene sentido”, afirmó. Hablar por hablar tampoco.
Una maestra rural
“A mí me revienta cuando al decirles ´maestra`, algunas me miran feo y me replican: ´Maestra no; docente`… Pero dónde se ha visto”, se enfurece María del Carmen Díaz, maestra rural retirada, quien estuvo muchos años a cargo de la Escuela Puesto Ramallo, de Pampa de Oláen”, y presentó esta semana su libro . “100 & ’s 100 para un b maestro… rural”, una recopilación de pensamientos e ideas vinculadas a la fuerte experiencia humana de haber servido, sin reparos y con entrega, a la educación pública en una de sus trincheras más bravas.
“Cuando empezamos a ir, en 1976, nunca sabíamos cómo llegaríamos. Era una aventura. Algunas veces íbamos en la caja abierta de la camioneta de la Fundación San Roque. Hoy parece que si no te pasa a buscar el remis por la puerta no podés ir”, dijo una compañera de ruta de aquellos años.
“Yo les digo a las maestras, dejen de protestar haciendo paros, perdiendo días de clase. Si quieren protestar en serio y sin joder a los chicos, dejen de enviar las estadísticas y todos los informes obligatorios y van a ver. Pero claro, las Directoras no van a poner la cara ¿A qué le temen? Es todo político, es todo una mierda”, y sigue enfurecida, o al menos eso parece para quien no la conoce, porque en realidad al segundo de una de sus frases contundentes asoma una sonrisa y una relajación. “Es que son todos unos hijos de puta… mirá estos gobiernos que tenemos. Mirá éste Intendente, son todos unos corruptos”.
María del Carmen parece una loca, pero todos sabemos que no lo está. Y si es inimputable no es por locura, sino porque, eventualmente, podría corroborar todo lo que afirma.
Sus modos impulsivos al extremo, sus palabras fuertes, esa manía de no callarse la boca cuando te pisan los callos del alma, son una marca registrada hace años, signada por la coherencia. Y con el paso del tiempo, ella ha sido una maestra rural educándonos a todos para la libertad de expresión, rebelándose a todo lo que está mal y oprime.
¿O cómo habría que calificar lo que el Intendente y a su vez Presidente del Consejo de Educación de La Falda piensa acerca de la necesidad de construir más escuelas?
Ha cumplido cabalmente con la premisa de educar al soberano.
Treinta días después de semejante informe de la realidad del pueblo esbozado por el Intendente, la comunidad educativa de la Escuela Técnica de La Falda inició un proceso de petición pública para lograr que alguna autoridad le construya un edificio.
Concretamente, circula en estos días por la ciudad una planilla para juntar firmas en adhesión a este reclamo.
“Estamos trabajando para lograr un inmueble para nuestra institución, por eso agradeceremos nos ayuden adhiriendo firmas para tal fin, será de mucha importancia a la hora de lograr más beneficios para ello”, reza un papelito abrochado a la planilla, donde se expresa: “Peticionamos ante autoridades Nacionales, Provinciales, Municipales u otra, la colaboración para lograr obtener un terreno y/o edificio propio”.
Por estos días, ya hay problemas para encontrar bancos allí. Y a pesar de lo que crea el Intendente, faltan bancos, aulas, en fin, una escuela.
“Construir por construir no tiene sentido”, afirmó. Hablar por hablar tampoco.
Una maestra rural
“A mí me revienta cuando al decirles ´maestra`, algunas me miran feo y me replican: ´Maestra no; docente`… Pero dónde se ha visto”, se enfurece María del Carmen Díaz, maestra rural retirada, quien estuvo muchos años a cargo de la Escuela Puesto Ramallo, de Pampa de Oláen”, y presentó esta semana su libro . “100 & ’s 100 para un b maestro… rural”, una recopilación de pensamientos e ideas vinculadas a la fuerte experiencia humana de haber servido, sin reparos y con entrega, a la educación pública en una de sus trincheras más bravas.
“Cuando empezamos a ir, en 1976, nunca sabíamos cómo llegaríamos. Era una aventura. Algunas veces íbamos en la caja abierta de la camioneta de la Fundación San Roque. Hoy parece que si no te pasa a buscar el remis por la puerta no podés ir”, dijo una compañera de ruta de aquellos años.
“Yo les digo a las maestras, dejen de protestar haciendo paros, perdiendo días de clase. Si quieren protestar en serio y sin joder a los chicos, dejen de enviar las estadísticas y todos los informes obligatorios y van a ver. Pero claro, las Directoras no van a poner la cara ¿A qué le temen? Es todo político, es todo una mierda”, y sigue enfurecida, o al menos eso parece para quien no la conoce, porque en realidad al segundo de una de sus frases contundentes asoma una sonrisa y una relajación. “Es que son todos unos hijos de puta… mirá estos gobiernos que tenemos. Mirá éste Intendente, son todos unos corruptos”.
María del Carmen parece una loca, pero todos sabemos que no lo está. Y si es inimputable no es por locura, sino porque, eventualmente, podría corroborar todo lo que afirma.
Sus modos impulsivos al extremo, sus palabras fuertes, esa manía de no callarse la boca cuando te pisan los callos del alma, son una marca registrada hace años, signada por la coherencia. Y con el paso del tiempo, ella ha sido una maestra rural educándonos a todos para la libertad de expresión, rebelándose a todo lo que está mal y oprime.
¿O cómo habría que calificar lo que el Intendente y a su vez Presidente del Consejo de Educación de La Falda piensa acerca de la necesidad de construir más escuelas?
Ha cumplido cabalmente con la premisa de educar al soberano.
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