¿Se
busca “democratizar” la Justicia o nos acercamos a ideas prefascistas?
Nos haría falta la figura legal de "Crímenes Populares"
¿Conservador
o reformista? ¿De qué cosa?
Soy
conservador cuando pienso a la criminal Monsanto que con tanto entusiasmo promueve
la Presidenta Cristina Kirchner. En este sentido soy conservador como el
Presidente boliviano Evo Morales, quien logró la aprobación democrática de la
Ley de laTierra, que rechaza el cultivo de semillas modificadas genéticamente
sólo para sobrevivir a los pesticidas de Monsanto que así crean licencias y
monopolios a costa de perder los campesinos sus tierras y contaminar en modo
letal el medio ambiente.
También
soy conservador cuando pienso en los “modernos” métodos de extraccción de
mineral con la minería a cielo abierto con su destrucción paisajística y la contaminación
nada menos que de las napas acuíferas. Rechazo esta modernidad, esta Avanzada del Progreso como escribió
magistralmente Joseph Conrad.
¿Soy conservador? ¿De qué
cosa?
Del
patrimonio histórico que legaron las generaciones sobre la tierra, creando arte
con la arquitectura edilicia. Pienso a “modernistas” que quiera tirar abajo el
edificio de la Fontana de Trevi en Roma o el Hotel Edén en La Falda para
construir un edificio de oficinas, apartamentos, un shopping. O sea soy
conservador del patrimonio público de frente a los especuladores inmobiliarios
que sólo ven la posibilidad de ganar dinero sin importar los daños a la
comunidad.
Cuando
en Salta creció el rio y provocó la tragedia de Tartagal mucho no se habló pero
tanto ha influenciado el desmonte que los gobiernos nacional y provinciales propician
para plantar soja de la mano de Monsanto.
En la foto sobre estas líneas se
puede observar el Río Tartagal después de la crecida y a sus costados, en lugar
del bosque natural que entre otras cosas contiene y conserva el agua, se ven
las inmensas plantaciones de soja (que siguen creciendo).
En
este contexto, soy conservador en el sentido que estoy totalmente en contra del
exterminio de poblaciones milenarias, como los Qom, los Wichis y todos los
indígenas que son masacrados por la represión policial o por consumir
agrotoxicos que tiran los vecinos mientras siembran y piensan al próximo
desmonte.
Para
llevar adelante esta proeza sanmartiniana (según Carta Abierta), las provincias
y sus gobernadores capanga meten la policía para el trabajo sucio. El amparo
legal y el empuje político institucional se lo da el Gobierno Nac. & Pop. con
la Ley Antiterrorista y el aval / promoción (¿asociación en las ganancias?) a
Monsanto, Barrick Gold y otras multinacionales exterminadoras.
En este
mismo contexto histórico que nos toca, tan desprestigiado por discusiones
hechas de latigazos verbales y espíritu barra brava en 140 caractéres, soy
conservador en el sentido en que la especulación inmobiliaria urbana, fuente
histórica de enriquecimiento ilícito de las clases políticas más corruptas de
la historia en todo el planeta, también están presentes en la tragedia de la
inundación de La Plata.
Hace
décadas que se sabe a ciencia cierta cuáles son los cauces que los ríos desarrollan
aunque sea cada cien años ¿Quién aprueba un loteo allí? ¿Cuánto se puso en el
bolsillo? ¿La constructora era del tío? ¿A cuántas personas asesinó como
partícipe necesario?
La
corrupción es el histórico vector político de los “crímenes populares”,
categoría que debiera comenzar a pensarse seriamente desde el Códogo Penal, ya
que es el voto popular el que hace que un político esté allí gobernando,
decidiendo a nuestro mandato la suerte colectiva, representando lo que se
supone son los intereses generales de la sociedad.
Lo podemos
ver en la tragedia ferroviaria de Once, en Tartagal, La Plata, Cromagnon, en
los miles y miles de muertes en accidentes de tránsito, etcetera etcetera y etcetera
hasta lo insoportable.
Cristina Kirchner
y Silvio Berlusconi, coincidencias odiosas
Por
estos días el gobierno de Cristina está empeñado en una reforma judicial. Es un
empeño vital según nos dice para el funcionamiento pleno de la democracia.
Aquí
en Italia también hay una persona siempre empeñada en reformar la Justicia,
nuestro querido Silvio Berlusconi. Al él nunca le van bien los requerimientos
de los fiscales ni las sentencias de los jueces.
La
Justicia “es corporativa”, “defiende sus intereses”, “retrasa al país” y es “un
nido de comunistas que quieren destruir el sistema de vida italiano”. Más o menos así sería su visión definida en
títulos. Su tabla de salvación, hasta el día en que esto escribo, son las
garantías que da el sistema judicial italiano (preciosamente conservado en sus
principios) donde está la sentencia de primer grado, la segunda de la Cámara y
la Tercera de la Corte.
Para
no poder presentarse a elecciones debe estar condenado ya en segunda instancia,
o sea por una Cámara que confirme la condena primera del juez actuante. Y
Silvio tiene, por ahora, condena en primera instancia. Así que la Constitución
lo ampara para seguir aspirando a Premier o Presidente
de la Repubblica gracias a la “presunción de inocencia”.
Este
punto me puede resultar un poco fastidioso en tanto creo firmemente que Silvio
es realmente un cretino, un canalla que se aprovecha del poder para
beneficiarse a si mismo en nombre del pueblo. Pero sería idiota de mi parte
oponerme a estas instancias previstas por la Constitución para asegurar la “presunción
de inocencia”. Mañana mismo, si gobernara otra vez y se asegurara así su
impunidad con la fuerza de su gobierno y el amparo del voto popular, Silvio
podría decir que la Justicia es lenta y nunca llega (como de hecho lo dice)
para proponer “cambios”. Podríamos imaginar hacia dónde irán esas reformas no
por prejuicio político, sino porque ya lo ha intentado concretamente con leyes
durante años de Gobierno. Leyes por ejemplo “ad personam” que con el noble
objetivo de “hacer más rápida la Justicia” acortó drásticamente el tiempo de
prescripción para algunos reatos, quedando al instante posterior de la votación
liberado de varias causas que, con la nueva Ley votada por sus diputados
(siempre elegidos por el pueblo, obviamente), sencillamente prescribieron.
Las
leyes y grandes reformas se deben pensar con al menos un poquito de honestidad
e inteligencia colectiva.
¿Qué
pensó Italo Luder y el gobierno de Isabel Perón cuando dieron la orden de “aniquilar
la subversión”? ¿Pensaron que siempre estaría allí en el poder? ¿No sospechaban
nada de Rafael Videla, Jefe del Ejército del Gobierno del gobierno popular que
debía aplicarla?
¿Qué
pensó Cristina y los legisladores oficialistas al aprobar la Ley Antiterrorista?
¿Por
qué si la amplican hoy contra los Qom es buena y si ganara Macri las próximas
elecciones sería un mal tipo si la busca aplicar rigurosamente contra una eventual
protesta política de La Campora?
La
Justicia no es perfecta y siempre puede ser reformada. El punto es qué cosas se
deben conservar y cuáles deben en cambio progresar, mejorar para dar un mejor
servicio de Justicia a la ciudadanía.
Según
la diputada kirchnerista Diana Conti (la misma que quiere “Cristina eterna”),
los miembros del Consejo de la Magistratura, que nomina o destituye jueces,
deben ser electos por el voto popular, en listas partidarias. O sea que quien
nombra o destituye jueces sería así una persona de la lista politica del
partido gobernante, a quien estos jueces deberán “investigar con imparcialidad”. Si no fueran
ciertas estas argumentaciones darían risa.
La
idea de Conti se resume enuna respuesta dada
a un periodista de La Nación.
“¿Por
qué se mantuvieron los dos tercios (en cambio de la mayoría simple que ahora se
repropone por el mismo kirchnerismo para destituir un Juez) en la última
reforma?
-Siguió privando el criterio
conservador (afirmó Diana suelta de cuerpo). Para hacer una reforma como ahora
había que haber hecho un trabajo de acumulación política suficiente como para
poder ir y votar sin que los que se resisten tengan el número para impedirlo”. (Tomá mate Nero)
Siguió
primando “el criterio conservador” dijo clarito. O sea que si me parece mal
estos aspectos de la reforma actual soy eso, “un conservador”, obviamente
asociado a “la derecha golpista” según razonan los manipuladores del poder
central. Y sería “un conservador” porque me gusta más la idea de que un Juez
caulquiera, que tantas veces se encuentra en condiciones de investigar por
ejemplos estos “crímenes populares” que mencionabamos, no pueda ser fácilmente
expulsado por el mismo poder que pretende investigar para deslindar
responsabilidades.
¿La
reforma viene por el caso Clarín y sus amparos, o por la tragedia de Once y sus
imputados y posibles implicados entre otras causas en danza?
¿Es una idea democrática o una
reforma fascistoide?
En la
dificultad de comprender el criterio y la idea de fondo que ronda en las
palabras de Diana Conti y la propuesta del Gobierno de Cristina me vino, sin
embargo, la tonta idea de buscar la base filosófica de la reforma judicial que
impulsó el fascimo en Italia en épocas de Benito Mussolini. Me impulsó una
declaración del diputado opositor Jorge Yoma, quien a propósito de la reforma
que se debate declaró que “esto es
fascismo, es de Mussolini o Hitler”. Me pareció a la distancia un poco
exagerado, más fruto de la pasión opositora que de un análisis anclado en la
realidad. Pero me hizo dudar y allá fui.
“El Gobierno puede prescindir del servicio de
aquellos magistrados y funcionarios que ‘por razones de manifestaciones
realizadas dentro o fuera de sus oficinas, no den plena garantía de un fiel
cumplimiento de su deber o se pongan en condiciones de incompatibilidad con las
directivas generales de la política de Gobierno”.
La
idea es que si un Juez se pone en “incompatibilidad con las directivas
generales de la política de Gobierno”, lo que hace no es otra cosa que ponerse
en “incompatibilidad” , por curiosa transferencia, con el “voto del pueblo”.
El
razonamiento no es de Diana Conti. Tampoco es parte de una pieza oratoria
destacada de nuestra Presidenta. Es el texto del Artículo 1 de la Ley Mussolini
– Rocco (no por el dotado porno star sino por quien fuera su Ministro de
Justicia en 1925).
Este
razonamiento fascista “suena” fascinante. Es el pueblo en ultima instancia
quien decide, según se desprende. Lástima que sea una mentira alucinante. No
vivimos una democracia directa, o sea que cuando votamos no lo hacemos para gobernar
nosotros sino a través de otro, un representante. Y cuando el representante es
elegido, se sabe, debe ser controlado; en este caso por el Poder Judicial.
¿Alguien
votó alfguna vez ir a la guerra?
Claro
que no, para eso estaban los representantes, que valientes mandan millones de
votantes a la masacre.
¿Alguien
del amado pueblo quiere que se contaminen las aguas con cianuro para que se
enriquezca la Barrick Gold? Diría que no, pero eso lo deciden los gobernantes,
que obviamente están amparados por el voto popular.
Lo
siento mucho por los inocentes que aún creen que al apoyar cualquier cosa de
este gobierno significa hacer algo en la dirección correcta. Pero para su
futuro consuelo también les digo que las condiciones para instalar el fascismo
no nacen solas ni de la noche a la mañana. El maestro Mussolini empezó como
socialista. Engaña por izquierda y te revienta más tarde por derecha.
Un
viejo juego al que me sigo negando.
¿Soy
un conservador? ¿De qué cosa?
Quiero
conservar el medio ambiente, la integridad de los pueblos indígenas y las
personas que luchan contra el saqueo actual de recursos naturales. También
quiero conservar una clara división de Poderes que asegure los derechos
esenciales de la vida democrática, con una Justicia independiente del Poder
Ejecutivo. O sea, para que no queden dudas, quiero vivir en una República
democrática. Esto, confieso, me gustaría mucho conservar.
No
quiero sin embargo “conservar” el status quo social donde los ricos son cada
vez más ricos y los pobres cada vez más pobres y contaminados. Ni quiero conservar,
tampoco, ningún tipo de impunidad para los poderosos y corruptos que causan crímenes
populares con sus ambiciones desmedidas, sean estos Berlusconis o Kirchners.