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Mientras tanto no mientan tanto

miércoles, 8 de junio de 2011

Seguimos esperando el periodismo


7 de junio de 2011, Día del Periodista en la era Kirchnerista

Sandra Russo, panelista de 678, el clásico kirchnerista de la TV estatal, lo admitió abiertamente ante las claras argumentaciones de la pensadora y ensayista Beatriz Sarlo. Dijo Russo: “En estos informes ‘picaditos’ (con los que suelen atacar a quienes no acuerdan con el Gobierno Nacional), no se cambia el sentido de lo que la gente dice. Pueden ser recortados, pueden ser picados, pueden no tener las fechas (de cada testimonio emitido en un informe). Se pueden aceptar las críticas, pero están hechos con buena leche”.
Sarlo había sostenido que los informes de 678 no se podían considerar periodísticos porque no se respetaban las leyes elementales del periodismo. Se descontextualiza y se repite, afirmó. “Eso es lo que hace TN”, del Grupo Clarín, dijo la Russo.
Quienes estamos en el oficio del periodismo sabemos desde hace décadas que eso es lo que hacen los medios de espíritu monopólico. Y por esa razón han sido tan criticados desde el propio periodismo. Centenares, miles de informes periodísticos dieron cuenta del abusivo avance del Grupo Clarín y sus prácticas comerciales monopólicas, que aún siguen bien vigentes, como sucede con La Voz del Interior en Córdoba, cuyos encargados comerciales te sugieren no pautar en medios que pueden ser competencia con la velada amenaza de desaparecer de los espacios publicitarios que dominan, y que incluyen Canal 12 y Radio Mitre, entre otros.
En este sentido, es justo decir que no fue el Grupo Clarín el que inició esta delesnable práctica comercial en la prensa de Córdoba. Antes de comprar La Voz a principios de los noventa, el matutino comandado por la familia Remonda ya había colaborado a la caída de varios intentos periodísticos no sólo con este tipo de práctica monopólica, sino también con acuerdos de silencio con diferentes gobiernos de turno a cambio de pauta oficial y asistencia crediticia. Por dar un ejemplo, nos enteramos que faltaban 800 millones de dólares del ex Banco Social sólo tras el derrumbe de la Isla angelocista. Antes de la debacle, una Redacción impresionante en cantidad de periodistas y medios económicos a su disposición jamás nos hizo sospechar de semejante desfalco.
Quiero decir que La Voz del Interior ya había abandonado el preriodismo por los negocios antes de la llegada del Grupo Clarín a Córdoba, que vino a profundizar el modelo, haciéndolo más salvaje aún. Y como muestra de esa continuidad ahí tenemos antes como Jefe de Redacción y ahora en la Dirección periodística a Carlos Jornet, bajo cuya guía de casi dos décadas el gran diario de Córdoba no generó ninguna situación comprometedora, seria, por la publicación de alguna noticia, a ningún poder establecido, político o económico de mediana embergadura. De hecho, se trata de un diario cuya repartición comercial es enorme, mientras no tiene, a pesar de los recursos con que cuenta, ni un sólo equipo de investigación periodística, que sigue siendo el género distintivo de la prensa gráfica cuando ésta no abandona su sentido periodístico.
Así que al menos muchos de quienes estamos en este oficio sabíamos, denunciamos, e intentamos con mayor o menor suerte alternativas periodísticas a la existencia de estos males que se hicieron endémico en la prensa y no sólo en Argentina. En la década infame de los 90, los grandes capitales a través de los bancos se apropiaron de los medios de prensa en el mundo. Y son muy pocos los que sobrevivieron el embate millonario. El caso de la familia Remonda en Córdoba se repitió en casi todas las provincia del país, de América y del mundo. Y desde entonces fue constante el alejamiento de las personas de los medios, como el alejamemiento de las sociedades civiles de los políticos, también cooptados en la misma época por los mismos que compraban medios, conducciones políticas partidarias y Presidentes.
Volviendo a 678, las palabras de Sandra Russo son la prueba irrefutable de que el kirchnerismo mediático, luego de hacer un análisis de la situación general de los medios, lo que hacen es repetir el modelo.
Estoy de acuerdo con lo que dice el oficialismo mediático acerca del Grupo Clarín, en los razgos generales y claves. Pero es claro y evidente que hacen lo mismo. Así que ver TN del Grupo Clarín es tan tedioso como escuchar 678 del oficilismo kirchnerista. La misma mierda con distinto olor.
Y respecto a 678, es necesario decir que si bien se trata de la nave insignia de la comunicación gubernamental, no es, en mi opinión, el dato más importante. En paralelo el Gobierno ha impulsado una verdadera despolitización de la TV argentina, eliminando de los canales de aire todo tipo de programa periodístico, de debate, de investigación. Por citar sólo algún ejemplo podría hablar de la curiosidad que significa el hecho de que Jorge Lanata, el periodista más creíble, no tenga un espacio importante en la TV. Otros espacios directamente asumen la defensa política del Gobierno, como Duro de Domar, del mismo productor de 678, Diego Gvirts, el más afortunado receptor de pauta publicitaria oficial.
En su estrategia de comunicación y propaganda, el Gobierno ha ido más allá, y través del poder del Estado que representa, ha dejado sin contenido hasta a los noticieros de la TV abierta, que hoy se basan más en los chismes del espectáculo que en la información de la actualidad, con toda la pluralidad de voces que la integran.
Cuando Clarín no acordaba algún privilegio con un gobierno de turno, enseguida crecían de manera desmesurada en sus medios las noticias policiales. Hubo momentos verdaderamente insoportables, donde el 90 % del espacio de un noticiero eran casos de violencia social, historia de asesinos, secuestradodores y violadores seriales. Con esa técnica de saturación generaban una angustiante sensación de inseguridad. Y digo esto más allá de los problemas reales que tenemos en este sentido como sociedad que ha perdido la paz social en gran medida. Ahora, los casos policiales excesivos del Grupo Clarín son enfrentados por los chismes baratos del espectáculo, de una TV cooptada por el oficialismo que se autorreferencia todo el tiempo hablando de si misma o haciendo la defensa indigna del gobierno. Y para cerrar el círculo, los medios comprados con dineros del Estado a través de gordas pautas publicitarias garantizadas a los amigos del poder, desde radios que existían a fundar diarios, y todos hablando, “comunicando” en una sola dirección, sin la presencia real de un debate.
En síntesis, los estrategas de la comunicación oficial, con la fuerza de nuestro dinero público utilizado sin control, han copiado al pie el modelo Clarin de comunicación y propaganda, de “no periodismo”.
Lejos de haber dado un paso evolutivo importante, con su política de comerse al canibal, el Gobierno ha perdido, porque evidentemente no le ha interesado, una nueva oportunidad de propiciar un periodismo de reglas democráticas y justas.
Sufrimos el menemato de los años 90 y todas sus consecuencias devastantes en el campo de los medios de comunicación. La reparación de esta etapa dañosa, y su posterior superación, aún la seguimos esperando.