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Mientras tanto no mientan tanto

jueves, 24 de diciembre de 2009

Otra vez en la picota


La Justicia declaró nula, otra vez, la designación de Mario Decara como Defensor del Pueblo.


La sociedad política transversal Caserio - Decara y otro bache en el camino


Los costos políticos que con frialdad calculan personas como el Defensor del Pueblo Mario Decara y el ministro de Gobierno de Córdoba, Carlos Caserio, a veces suelen ser más importantes que los pensados.
Por segunda vez el fallo de un Juez en primera instancia declara inconstitucional la designación de Decara. Se trata de Manuel José Maciel, a cargo del Juzgado de Primera Instancia Civil de 47ª Nominación de Córdoba, y este es su segundo fallo en el mismo sentido.
Primero fue la presentación del legislador radical Dante Rossi. En esa ocasión, el magistrado señaló que "si la Legislatura la integran 70 miembros, los dos tercios son 47" y agregó que "para un hombre de derecho es fácil colegir tal lectura que no ofrece palabras ambiguas ni alambicadas”. Pero en la ocasión Súper Mario se limitó a decir secamente que no pensaba en renunciar al cargo, y el Gobierno Provincial apeló la medida. Fue la Cámara 8ª en lo Civil y Comercial de Córdoba quien revocó la sentencia de Maciel al considerar que “la interpretación en base a la cual se designó al Defensor del Pueblo fue efectuada por la Legislatura dentro del ejercicio de sus funciones”. Y que siendo la designación del ombudsman un acto esencialmente político, “éste no es susceptible de ser revisado por el Poder Judicial”. Esta resolución de la Cámara no fue apelada por el amparista Rossi, y Decara siguió en cargo.
Como se sabe, las interpretaciones de las leyes y la Constitución suelen materia de discusión para los mismos jueces encargados de semejante tarea.

La ola siempre vuelve
Meses después de aquella reafirmación en el cargo que le otorgó el fallo de la Cámara, el tema vuelve a ser tapa de todos los medios. Y Súper Mario está, otra vez, en boca de todos, y de la peor forma.
El cura Nicolás Alessio, quien fuera propuesto en este caso por el juecismo para ocupar la Defensoría del Pueblo, también había concretado una presentación en la Justicia solicitando la anulación de la designación. El mismo Juez Maciel reafirma su dictamen: "Una facción de legisladores, arrogándose facultades casi constituyentes, ha violado el procedimiento de una norma constitucional, designando por un procedimiento nulo al Defensor del Pueblo", aseguró el magistrado.
Súper Mario habrá leído con fastidio el fallo en los medios de prensa. Pero fiel a su estilo, sin estridencias, volverá a esperar que la Provincia apele y que la Cámara, instancia inmediatamente superior a la del Juez Maciel, vuelva a reafirmar su anterior sentencia, argumentando que la Justicia no puede revisar un acto político de la Legislatura, y re confirmándolo en el cargo.
Es curioso que para un Juez la designación haya sido producto de “una facción de legisladores que se arroga poderes constitucionales”, mientras que para otro Juez todo el desaguisado es un tema de la política donde no debe intervenir la Justicia. Difícil de entender semejante dispar interpretación de la Constitución de Córdoba en sus párrafos destinados a la elección del Defensor del Pueblo. Al fin y al cabo no se trata más que de unas pocas líneas que en principio parecen tan claras, y la política las vuelve tan diferentes en su interpretación.
En cualquier caso, cada nueva sentencia condenatoria y cada manito salvadora de la Cámara traerá otra vez, como una ola que siempre vuelve, el tema Decara a la consideración de la opinión pública.
La pareja más estelar de Punilla realizó una jugada de alto contenido político con la Defensoría del Pueblo. Varios pasos estaban planeados, como el de aumentar inmediatamente las partidas antes irrisorias con que contaba el Defensor antes de asumir Súper Mario de la mano de Caserio.
De una oficina triste y sin un peso, la Defensoría ahora cuenta con presupuesto que le posibilita no sólo pagar buenos sueldos a varios asesores sino también realizar compras de todo tipo impensadas en esa repartición, siempre en socorro de ciudadanos en problema.Ambos imaginaron que, superada la crisis por la designación, todo sería un crecimiento constante de la figura de Decara. Así, el peronista Caserio, habría influido decisivamente en el surgimiento de “la nueva dirigencia radical”. Ambos saben que un mismo partido político no se puede sostener por siempre en el poder. Por eso ensayan esta sociedad transversal, sumando esfuerzos para que, gobierne quien gobierne, ambos sigan manejando poder político real. Pero aún es incierto el triunfo de la estrategia. A pesar de la enorme influencia que juntos acumulan, cada tanto saldrá una nueva sentencia contraria a sus deseos, y estas noticias formales seguirán esmerilando, poco a poco, sus ya decadentes imágenes públicas.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Si nos va a defender un Decara, mejor sigamos indefensos


Se abrió el debate sobre el Defensor del Vecino de La Falda


Sería útil si la futura Defensoría local pudiera accionar legalmente en salvaguarda de derechos avasallados. Pero sería una ilusión si quien debiera defender a los vecinos de los atropellos, fuera un amigo del poder que atropella.

En estos tiempos que corren, plagados de atropellos perpetrados por gobernantes contra los vecinos que se manifiestan indefensos, no es moco e´ pavo elegir, precisamente, a un Defensor del Vecino. Pero sin duda será otro gesto inútil, una nueva simulación de democracia, si a este potencial Defensor del Vecino lo elijen, precisamente, aquellos de quienes cada vez más seguido, debemos defendernos.
El Concejo de la Ciudad, habilitado por la carta Orgánica Municipal, debe próximamente establecer un mecanismo para la preselección de cinco potenciales candidatos a ocupar ese cargo en la ciudad de La Falda. De estos cinco vecinos pre seleccionados, el Consejo Deliberante debe elegir a uno.
Se sospecha, tratando de ser piadoso en el análisis de la intención del Intendente Marcos Sestopal ante este reclamo de las instituciones, que no nos dejará toda esta movida una Defensoría del Vecino funcionando el año que viene. De hecho, en el Presupuesto 2010, se previó la simbólica suma de mil pesos para el funcionamiento de esta oficina estatal a la que obliga la Carta Orgánica. Curioso apego al ahorro por parte de un Gobierno que no mide en millonarios gastos superfluos.
Como sea, el proceso para establecer un mecanismo para elegir finalmente a este Defensor del Vecino se ha puesto en marcha. Y en ese contexto disertaron este martes el doctor en Derecho Jorge Orgaz, y el abogado Andrés Varizat, asesor de la Defensoría del Pueblo de Río IV, quien con ejemplos simplones y sin profundidad conceptual contó durante largos minutos aburridas experiencias de la ciudad sureña, en donde se sospecha estaría siendo gobernada por Heidi y el bueno de su Abuelito. Veamos por qué.

¿Un zorro para defender a las gallinas?
Los disertantes abogaron por algo positivo en cuanto a las facultades que debería tener el Defensor del Vecino de La Falda. Aconsejaron que por ordenanza este funcionario tuviera la potestad de llevar ante la valoración de un Juez a cualquier funcionario o persona que estuviera con su accionar avasallando los derechos humanos y constitucionales de un vecino cualquiera.
Como se sabe, el Defensor del Pueblo de la Nación tiene esta facultad de presentarse ante la Justicia en defensa, por ejemplo, de un derecho colectivo afectado. En tanto que el Defensor del Pueblo de la Provincia carece de esa potestad funcional al igual que lo establecido para el de La Falda en la Carta Orgánica.
Donde patinaron severamente los disertantes fue en su idea de asegurar por una parte la imparcialidad del Defensor del Vecino, mientras que paralelamente se proponía, con especial énfasis por parte del asesor de Río IV, Varizat, que este surgiera a propuesta de los partidos políticos, y no como establece la Carta Orgánica de La Falda, que es a propuesta de las instituciones y los mismos vecinos, hasta pre seleccionar por algún método idóneo, a los cinco vecinos que llegarían así a la consideración del Concejo Deliberante.
En nuestro caso local, como puede observarse, los concejales, miembros del poder político, tienen en sus manos la definición de la persona para el cargo. Pero sobre la base de una pre selección que involucra a una enorme cantidad de instituciones y, en última instancia, a cualquier vecino.
Y tratándose de elegir a alguien que defienda a los vecinos de los atropellos y arbitrariedades del poder de turno, suena lógico que ese representante sea elegido por la vecindad institucionalizada.
Pare ser concretos con un ejemplo. El año pasado para esta misma época, y luego de una década de impuestos congelados, el Gran Pez Sestopal nos embocó a todos con un aumento del ciento por ciento de los impuestos. Fue sin previo aviso y sin vaselina. Ahora bien, con el criterio que defendieron los disertantes, el Defensor del Vecino podría ser, por ejemplo, el actual súper secretario Miguel Maldonado, un político del poder elegido por sus pares sin participación ciudadana.
¿Alguien se imagina que Maldonado nos hubiera defendido contra el brutal impuestazo? ¿Y contra el abusivo precio del gas natural? ¿Alguien medianamente informado es capaz de imaginarlo?
Del mismo modo este cronista quiso ser gráfico y directo cuando le preguntó a los panelistas si alguno imaginaba que Mario Decara, ungido Defensor de la Provincia por el expreso apoyo de su socio político Carlos Caserio, pudiera ir judicialmente contra el ministro de Gobierno en defensa de los vecinos?
Orgaz dijo que la pregunta denotaba un pesimismo sobre la clase política gobernante, lo cual es cierto, no lo puedo negar. Pero sugirió que ese espíritu de desconfianza fue el que animó a los congresistas en Estados Unidos, cuando al redactar su Constitución recalaron en este punto para pensar la división de poderes y los mecanismos de contrapeso institucional.
Lo que no puedo imaginarme es a los franceses de 1776, cuando debatieron la democracia moderna luego de la Revolución, pensando la conveniencia de que un zorro cuidara el gallinero.

viernes, 4 de diciembre de 2009

El Gran Pez entregó a cientos de vecinos en manos de abogados inescrupulosos


¿Por qué nos auto convocamos?

Tras la brutalidad política oficial, vuelven las Asambleas de los Autoconvocados del Gas a Precio Justo.


Para el Gran Pez Marcos Sestopal, Intendente de La Falda, el diálogo es una farsa con la que se busca ganar tiempo para seguir haciendo los negocios con los Amigos del Poder. Jamás se le podría ocurrir mantener un diálogo abierto con vecinos comunes, o sea personas que no trabajen para él, ni aquellos quienes hacen buenos negocitos con el poder político, sacando pequeñas grandes ventajas para sus comercios, o disfrutando al ser beneficiado de modo directo o indirecto. Su única autoridad, bastante resquebrajada, no reside en lo moral, sino apenas en la efímera billetera que lo acompaña, respaldada en los dineros municipales que debe administrar. Al igual que los peores y encumbrados políticos nuestros, el Gran Pez cultiva el rencor. Su odio a los vecinos que desafiaron su poder autoconvocándose por el gas a precio justo, evidentemente le nubla la visión política, de por sí ya probadamente cortita.Tiene el récord de haber sido el único intendente de la región y regiones aledañas que en lugar de ser reconocido y valorado positivamente por la obra del gas, se desnudó ante los ojos de una gran cantidad de vecinos como un administrador que, en su desmedida codicia y la de sus amigos, no vaciló en perjudicar a los vecinos cuyos dineros administra.Esa ceguera política y personal le impiden ver la maduración de una sociedad que ya harta de desengaños está dispuesta a no consentir otro atropello. Con lo que acaban de hacer junto a su Gabinete comandado por el súper secretario que se cree intendente Miguel Maldonado, y con la abrumadora totalidad del bloque oficialista, demuestran cabalmente, que la suerte de los vecinos por ellos gobernados les importa una mierda, con perdón no de la palabra, si no de la noticia que tenemos que comunicar.


Un bloque de concejales bajo la línea de la ética

La deslealtad y la traición son horribles atributos del género humano. No importa a qué se dedique esa persona, ni eventualmente el cargo que ocupe. En los últimos dos meses hemos informado acerca del diálogo y la predisposición al consenso de los concejales del oficialismo de La Falda, para trabajar en conjunto con los de la oposición y buscar soluciones razonables tendientes a destrabar el conflicto por la necesaria obra de gas, como paso previo a buscar, el Municipio, la mejor manera de hacerlo al menor costo posible y con una adecuada financiación para este tipo de obras de pago obligatorio para los frentistas. Era necesario entonces rescindir el contrato con la Empresa Constructora. Y fue la primera gestión que hicieron los concejales. Pedro Agost relató, a la semana siguiente, que también el Intendente pretendía la rescisión. En todas esas reuniones entre, con buen clima y razonando, se definía siempre una posición fuerte y única de todos los vecinos y los concejales de la oposición: Que en esa rescisión, se incorporara una cláusula específica donde la Municipalidad negociara con la Empresa para pasar la deuda de los 160 vecinos que no pudieron o no quisieron pagar por el excesivo costo, más todos quienes habiendo comenzado a pagar las abultadas cuotas, entraron en morosidad y falta de pago. Era vital y esencial, para consentir por parte de los Autoconvocados la rescisión del contrato, que se les sacara a esos cientos de vecinos la espada de Damocles que sobre sus cabezas colocaron el Gran Pez y su secretario de Hacienda Jorge Pafundo, firmando ante escribano público un acta donde la Municipalidad transfería a la Empresa (y esta al estudio jurídico de su asesor, el abogado Héctor Petroch) nada menos que las acreencias probadamente excesivas por la realización de la obra. O sea que te pasan el caño por la puerta, a un precio que los propios concejales demostraron que fue el más caro de la Provincia con siete ciudades de varias regiones relevadas hace apenas dos semanas, y te mandan a pagar a una empresa privada, que ahí nomás te intima legalmente, y hasta te manda con un escribano el acta que te deja atado legalmente. Y todo este desatino y atropello, cuando parecía que a fuerza de paciencia después de dos años de Mediación Oficial, y argumentos sólidos y probados por los vecinos y por los propios concejales en relación a los elevados costos de la obra en La Falda, cuando parecía que se iba a encausar racionalmente, vuelve a aparecer, con violencia Institucional, de la mano del Gran Pez y todos sus secretarios y concejales oficialistas. Volvió, como un relámpago en medio de una tarde que parecía calma, la miseria del votamos 5 a 3 y a cantarle a Magoya. Y volvió con la forma más indigna: La del silencio argumental y el autismo total de cinco concejales que le dieron la espalda a vecinos que confiaron en su autoridad representativa, y a quienes respondieron tratando con deslealtad política y traición cívica.


Sestopal lo hizo otra vez: Vuelven la Asambleas de Autoconvocados

La indignación de los vecinos, que no son respetados ni escuchados ni tenidos en cuenta, se corporizará otra vez el próximo lunes, a las 16 horas, en la Biblioteca Popular Sarmiento, donde se Autoconvovan para analizar la situación derivada de la brutalidad oficial y debatir la mejor manera de enfrentar este descaro gubernamental que ahora sí, claramente, pone en riesgo cientos de propiedades por el capricho de un negocio de glotones, y la obediencia de unos concejales atrapados en una red de compromisos y secretos acuerdos beneficiosos que los sostienen allí, calentando sillas, con sus mentes desconectadas de la realidad y levantando mecánicamente sus brazos para votar sin chistar.Quienes se autoconvoquen este lunes, ya no lo harán sólo por el injusto precio de una obra mal parida. Aquí se ha demostrado, cabalmente, la vulgaridad de un poder político anestesiado con los dineros públicos que se ha transformado, de manera peligrosa, en la peor pesadilla de los vecinos. Es una cita a la que nadie puede faltar.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Plan Integral: El sistema de gobierno debe obligar al consenso


Reformar la Carta Orgánica para que la representación política no sea una mentira.

Gobernar para los Amigos del Poder es la antítesis de la democracia. La representación política en el Concejo Deliberante no respeta la voluntad ciudadana expresada en las urnas.


Ya lo dijo el filósofo contemporáneo Pastor Montoya: “La democracia es cuando el negocio es para todos”. Y lo dijo aquí en La Falda, hace unos años, entrevistado por este cronista.
Se le había planteado la inquietud por un gobierno, el del Gran Pez Marcos Sestopal, que durante sus primeros dos años de gestión ya había mostrado en plenitud su perfil real, decidiendo de manera inconsulta y errática sobre cuestiones centrales, desmereciendo todo aporte ciudadano o institucional, y favoreciendo de manera clara y notoria, con los negocios municipales, a un puñado de personas allegadas, conocidas desde entonces como los “Amigos del Poder”.
Los mejores negocios del Complejo 7 Cascadas otorgados en licitaciones irregulares y ganadas por quienes se presentaban fuera de término; el manejo oscuro y nunca aclarado de los dineros cuantiosos que allí se cobran para ingresar al predio; las concesiones directas para dar servicio de bar y cocina en los sucesivos festivales del Tango; la adjudicación por “iniciativa privada” del Hotel Edén por 30 años y su falta de revisión a pesar de las informaciones que indican que se ha cambiado la sociedad que lo explota; la adjudicación directa, sin cotejar otros presupuestos por la controvertida y probadamente costosa obra del gas natural; los aumentos sorpresivos e inconsultos que se impusieron al boleto del Transporte Urbano brindado por la empresa Lumasa, como esta última intentona operada por el súper secretario Miguel Maldonado (informe en esta edición de Ecos); El reciente escándalo por el sobre costo y el pago sin entrega de los bolsones alimentarios. En todos estos casos, citados como ejemplos de muchos más, se benefició de manera directa a un selecto grupo de vecinos que se fueron apropiando así de la renta surgida de negocios controlados por el Poder Ejecutivo.
En este claro sentido, y de manera más profunda aún, se contrapone la definición de democracia sustentada por filósofo Pastor Montoya: “Cuando el negocio es de todos”.
Así, como contrapartida al ejercicio del poder realizado en La Falda, es claro que el punto más alto de la democracia será el momento en que todos se beneficien de su sistema. El día que no haya un pobre, la democracia como sistema político habrá alcanzado su grado máximo de calidad.
Ahora bien, es evidente, dentro del sistema, se puede gobernar para los Amigos del Poder. El tridente conformado por el Gran Pez, Maldonado y el secretario de Turismo Daniel Buonamico, lo demostraron fehacientemente. Y este sentido contrario a los valores políticos que se supone nos ampara, se desarrolla, perfecciona y toma vuelo, impulsado por un gobierno “de la democracia”.
¿Cuál es, entonces, la falla geológica del sistema de gobierno?
Es claro que el pueblo no gobierna por sí mismo sino a través de sus representantes. Y para bucear una respuesta, debemos ir entonces al origen de la representación política.

La Matemática política y el “5 a 3”
Algo funciona mal en el sistema de representación política que nos gobierna. Y la clave de este funcionamiento errático está en las particularidades de la “matemática política” con la que se establece, de acuerdo a los votos obtenidos, la representación legislativa para cada Partido en pugna en una elección cualquiera.
Es claro que quien gana aunque sea por un voto debe gobernar desde el Poder Ejecutivo. Tan claro como que gobernar en democracia, después de la Revolución Francesa, significa hacerlo mediante un sistema de contrapoderes que se auto compense y auto regule y controle para que nadie, por mucho liderazgo que ostente, se sienta con poderes monárquicos, entendiendo por ello que ese nuevo jefe político de una comunidad cualquiera pueda estar, por caso, más allá del alcance de las leyes.
Una diferencia esencial entre una dictadura y una democracia es, precisamente, el respeto y consideración que debe tenerse por las minorías. Y si bien es harto dificultoso lograr un consenso total entre las fuerzas políticas, el gobernante demócrata es el que hace los esfuerzos necesarios para acercar las posiciones y dirimir los choques de intereses que se producen en el seno de las sociedades.
El sistema electoral prevé de hecho lo que se ha dado en llamar “la cláusula de gobernabilidad”. Esto se basa en la dañina tradición presidencialista de nuestro sistema representativo, que bien podría traducirse a nuestros pueblos y ciudades, donde gobierna el Municipio, como tradición “intendentista”, y que como hemos visto, sólo ha logrado deformar el sentido de la representación real que el pueblo otorga con su voto. Vamos a un ejemplo reciente.
Cuando Marcos Sestopal ganó en las urnas su primer mandato como Intendente de La Falda, lo hizo apenas por un puñadito de votos de diferencia sobre la segunda minoría. Tan fragmentado fue aquel resultado, que por primera vez desde 1983 hubo una tercera fuerza con representación parlamentaria. Sin embargo, y a pesar de que la sociedad fragmentó su voluntad en varias fuerzas políticas que competían por la Intendencia, Sestopal asumió con la mayoría absoluta del Concejo Deliberante.
Ganó con menos del 25 % de apoyo real de los vecinos en condiciones de votar, pero se quedó con el 62,5 % de la representación política en el Concejo Deliberante, o sea con cinco (5) de los ocho (8) concejales que integran el cuerpo.
Esta ficción de la matemática política le dio al oficialismo una mayoría absoluta en la representación proporcional del Concejo Deliberante, que en nada reflejó la voluntad del electorado. De allí la famosa frase del concejal Aquiles Aliverti durante la recordada Audiencia Pública por el 7 Casacadas: “Yo no gobierno para vos. Digan lo que quieran que aquí votamos 5 a 3”. Y a cantarle a Magoya.
Cinco representantes de un total de ocho significan el 62,5 % del Consejo Deliberante.
¿Cómo se entiende, que con cerca del 30 % de los votos, se obtenga la abrumadora mayoría del 62,5 % de los concejales? ¿Dónde se produce semejante distorsión?
Es la maldita “cláusula de gobernabilidad”, que destruye literalmente la representación consagrada por el voto ciudadano en las urnas, vaciándolo de contenido. Y que sostiene que quien gana por un voto, se queda no sólo con el Poder Ejecutivo, que es lo lógico. Sino con la abrumadora mayoría del Poder Legislativo. Y la peor consecuencia de esta deformación del sistema de representación es la que padecimos aquí: Un Gobierno que nunca, jamás, buscó el consenso y siempre, todas las veces, impuso un número que, como vemos, no le correspondía de acuerdo a la burlada voluntad popular.
Hubo de resquebrajarse el Bloque oficial por cuestiones internas para que se empezaran a vislumbrar ciertos frenos, tenues aún, a los avances prepotentes del Ejecutivo.
La más grave consecuencia de toda esta “matemática política” es, como se sabe, la falta de consenso en las medidas de Gobierno. Y resulta así porque el sistema no obliga a encontrar acuerdos, toda vez que permite atropellar con la fuerza del número mal habido de concejales propios.

No hay plan integral sin reforma política
Al Gran Pez no le pudo poner límite la oposición política, aunque de hecho esa fue su intención y es su función parlamentaria. Y no se le pudo poner límites ni controlar su administración porque el sistema de representación actual les amputa las manos ni bien asumen. Son concejales, tienen voz y voto, pero no tienen peso real en el Gobierno de la ciudad. Digan lo que digan, lo sabemos, al Gran Pez no le importa ni los considera. Y es honesto decirlo, no es esta una característica exclusiva del actual Intendente.
Los representantes de los votantes, no tienen poder. El ciudadano gobierna a través de representantes que no tienen poder de gobernar, he aquí la paradoja. No existen en el juego político de la administración por las causas que expresamos. Ahora bien ¿qué hubiera ocurrido si en lugar de cinco a tres, la representación hubiese sido, por ejemplo, tres, tres, y dos? ¿O cuatro, cuatro y uno?
En ese caso, el Intendente, cualquiera que sea, estaría obligado a buscar el consenso, estaría, por así decirlo, condenado al diálogo político.
La experiencia faldense, como tantas otras en todo el país, ha demostrado que lo único que puede poner un límite al gobernante de turno es la movilización de los vecinos, como el caso de los Autoconvocados del Gas en La Falda. En aquellas asambleas, quedó en claro, tristemente, el vaciamiento de poder sufrido por la oposición, que se manifestó impotente frente al atropello del Ejecutivo. Así, los vecinos autoconvocados revelaron, con su sola existencia, la falla terrible del sistema político de representación, incapaz de frenar los caprichos del Intendente y su clara voluntad de beneficiar a una empresa amiga que quiso meterle la mano en el bolsillo a los vecinos.
¿Para qué votamos, si cuando avasallan nuestros derechos, nuestros representantes no tienen fuerza y sólo queda la protesta y la movilización vecinal?
Se acusa a los vecinos de sólo reunirse para oponerse a algo. Y es que cuando votamos, los que tienen que proponer soluciones no son escuchados, aún dentro del oficialismo.
Ahora que se busca discutir las bases de un plan estratégico para la ciudad, y más allá de la falta de liderazgo y la poca confianza en las autoridades que convocan, todos hablan de “consenso”. Pero si la Carta Orgánica no se reforma para lograr un sistema que asegure la representatividad real a nuestros concejales, será otro gasto, de esfuerzo y dinero, que no dará resultado.
Supongamos por un momento, que se llega a un debate fructífero y a un consenso sobre temas centrales de la administración municipal ¿Por qué estaría obligado el próximo Intendente a cumplir esas propuestas? ¿Y el próximo? ¿Y el que venga luego?
Tal como están las cosas, quien gane, aunque sea por un voto, se quedará con la suma absoluta del poder político municipal. Y puede, otra vez, desoír, como estamos acostumbrados, esta cosa esencial de buscar el consenso. Y tal vez ocurra, no es nada fantasioso, que se encumbren otros nuevos Amigos del Poder.
Sin reforma política, hablar de consenso es una ilusión que sirve, hasta ahora, para que un par de Universidades hagan un lindo negocio, y un Intendente encuentre un poco de oxígeno para terminar su olvidable, intrascendente mandato.